Málaga , 26 de noviembre de 2016.
Lleva todo el día lloviendo. Más bien diluviando.
Es un día triste, no sé si es porque llevo tres días sin ver el sol o porque yo en sí estoy triste.
Hace más de un año que decidí cambiar de vida, cambiar de aires. Y entonces me topé con gente que realmente vale la pena. Gente que me motivó y animó a salir del pozo donde yo solita me había instalado tan ricamente. Me sacaron de golpe de mi zona de confort y gracias a ello, cumplí uno de mis sueños: vivir en una ciudad con mar.
El 28 de octubre de 2015, me encamine hacia Málaga. Primeramente, a estudiar un máster de Igualdad y Género. Segundo, porque necesitaba romper con todo. Al principio no fue fácil: nueva ciudad, nuevo clima, nuevas personas...
Hoy me he puesto a pensar en todo lo que he vivido este año, y no hay día que me arrepienta de la decisión que tomé. No todo ha sido bonito y maravilloso, también he tenido mis momentos de querer volver a mi pozo y mi zona de confort, pero hay algo que no me deja abandonar. Quizás sea el Mediterráneo o el sol durante día sí y día también. No sé, pero siento que este es mi lugar.
Y es en los momentos malos cuando te tienes que parar a mirar hacia atrás para ver todo lo que has conseguido, todo el camino recorrido y de donde no se quiere volver.
Es ahí cuando toda esa tristeza que llevas por dentro te reconforta, te dice que este estado de ánimo te llevará a un lugar mejor, a trabajar para que esa tristeza se quede en el pasado, en ese lugar donde no se quiere regresar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario